Ética normativa

[1]​ Dentro de la ética normativa, existen tres posturas principales:[1]​ el consecuencialismo sostiene que las acciones se deben juzgar solo con base a si sus consecuencias son favorables o desfavorables.

[1]​ En cambio, el utilitarismo, sostiene que una acción será moralmente correcta solo cuando sus consecuencias sean favorables para una mayoría.

[1]​ Por ejemplo, cuidar a nuestros hijos es un deber, y es moralmente incorrecto no hacerlo, aun cuando esto pueda resultar en grandes beneficios económicos.

Se incluyen en esta última los temas prácticos de mayor interés o actualidad en una sociedad, como la bioética.

[5]​ La ética normativa siempre ha estado presente en el pensamiento occidental y se han propuesto distintas clasificaciones de sus doctrinas.

[6]​ Las teorías éticas también se pueden distinguir según los criterios que utilizan para evaluar el bien moral.

Las diferentes teorías consecuencialistas difieren en cómo definen la bienes morales, siendo los principales candidatos el placer, la ausencia de dolor, la satisfacción de las preferencias, y nociones más amplias del «bien general».

[11]​ Es decir, hay ciertos deberes que se deben cumplir más allá de sus consecuencias.

Una acción puede ser moralmente correcta, aunque no produzca la mayor cantidad de bien, porque es justa por sí misma.

[15]​ Las éticas que pertenecen a este grupo se desarrollan a partir de un postulado humanista antropocéntrico; con esto postulan una moral humanista, ilustrada, que actúa sobre la política y el derecho.

La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual pierden la obligatoriedad.

[23]​ «Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal.

Sin embargo, las funciones a realizar se cuentan entre las relativas al hecho de que seamos agentes morales.

Como tal, la moralidad de mentir se determinaría caso por caso, lo cual se basaría en factores como el beneficio personal, el beneficio del grupo, y las intenciones (en cuanto a si son benévolas o malévolas).

A veces se presume que la moralidad tiene algún tipo de fuerza vinculante especial sobre el comportamiento, aunque algunos filósofos creen que, utilizada de este modo, la palabra "debería" parece atribuir erróneamente poderes mágicos a la moralidad.

Por ejemplo, a G. E. M. Anscombe le preocupa que "ought" se haya convertido en "una palabra de mera fuerza mesmérica"[28]​ La eticista británica Philippa Foot Philippa Foot elabora que la moralidad no parece tener ninguna fuerza vinculante especial, y aclara que la gente sólo se comporta moralmente cuando está motivada por otros factores.

La perspectiva del imperativo categórico sugiere que la razón adecuada siempre conduce a un comportamiento moral particular.

Como se mencionó anteriormente, Foot en cambio cree que los seres humanos están realmente motivados por deseos.

[30]​ Al mismo tiempo, Mill dice que un buen sistema moral (en su caso, el utilitarismo) apela en última instancia a aspectos de la naturaleza humana-que, a su vez, deben ser alimentados durante la crianza.

El dilema del tranvía es un experimento mental que puede servir para ilustrar y poner a prueba distintas teorías éticas.
Immanuel Kant , uno de los principales pensadores de la deontología, desarrolló la ética kantiana .
Primera página de la edición de 1566 de la Ética nicomaquea en griego y latín, quizás el primer tratado de ética de las virtudes.
Los sentimientos como la vergüenza y el amor se consideran a veces el único sentido significativo en el que la moralidad es vinculante. En ausencia de esos sentimientos, una persona podría comportarse "inmoralmente" sin remordimiento.