Poco después, la familia se trasladó a Hammond Street en Boston, donde creció con el saxofonista barítono Harry Carney, y los saxofonistas Charlie Holmes y Howard E. Johnson.
Una vez que llegó a ser lo suficientemente bueno, tocó el piano en bailes en casas privadas por ocho dólares la noche.
Bechet quedó impresionado con su habilidad y le animó a seguir tocando.
Goodman describió a Hodges como "de lejos el mejor saxo alto que jamás haya escuchado".
[1] Norman Granz le convenció para formar su propia banda desde 1951 a 1955, que fue un paréntesis en su trayectoria con Ellington.
Sus últimas grabaciones en el Nueva Orleans Suite, estaban a medio terminar cuando murió.
En el elogio de Ellington a Hodges, dijo: "Nunca era el personaje más animado del mundo o la personalidad más importante del escenario, pero tenía un tono tan hermoso que a veces hacía saltar lágrimas a los ojos: Johnny Hodges".
A pesar de varias reuniones con músicos que forjaron su propia manera de tocar el saxo alto - Charlie Parker y John Coltrane, sólo para nombrar unos pocos - y que más tarde tuvieron prosélitos en abundancia, él no varió su forma de tocar y la forma en que todo el mundo quería oírlo tocar el saxofón, Hodges se mantuvo constante y fiel a su manera, incluso en la segunda parte de su vida.