El HMS Ramilles (07) fue un acorazado botado por Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial para la Royal Navy, en la que sirvió hasta 1947.
En común con los otros clase Revenge, el HMS Ramillies sufrió el tener su armamento secundario demasiado bajo, sobre la cubierta principal, lo que provocaba que con la mar muy picada, corría el riesgo de inundarse.
El HMS Ramillies tenía plataformas para aeronaves instaladas sobre las torretas B y X en 1918 capaces de lanzar con catapulta hidroaviones.
En 1924, el HMS Ramillies se unió a la segunda escuadra de la Flota del Atlántico.
Inglaterra encontró más dificultades para modernizar los clase Revenge, ya que contaba con una extensa flota de buques capitales y las limitaciones económicas le impedían reconstruir la totalidad de sus buques, y considerando que otros acorazados como los clase Queen Elizabeth, poseían un casco y cubierta mayor, lo cual hizo inclinar al Almirantazgo por modernizar extensivamente la mencionada clase, y solo realizando mejoras mínimas indispensables sobre los clase Revenge.
Cuando se enfrentaban a buques japoneses en inferioridad, su menor velocidad, les impedía retirarse.
Por ende continuaban siendo letales y podían desempeñar roles secundarios, liberando a las unidades más capaces para los frentes principales de batalla.
Así, durante la Segunda Guerra Mundial, el HMS Ramillies prestó un servicio útil, tanto al proteger convoyes, como en misiones de bombardeo.
El capitán del Scharnhorst, Günther Lütjens, intentó separar al HMS Ramillies, de modo que el Gneisenau pudiera hundir los buques mercantes.
El 30 de mayo, se encontraba en Diego Suárez (Antsiranana) cuando fue atacado por un minisubmarino japonés, lanzado por el submarino I-20.
El acorazado se quedó sin energía eléctrica, y se escoró 9º y el calado del buque aumentó en 13 metros, lo que hacía que la parte sumergida del acorazado fuera de 23 metros.