Jacques Necker

Necker entró triunfante en Francia e intentó acelerar el proceso de reforma fiscal.Necker fue un monárquico constitucional, un economista político y un moralista, que escribió una crítica severa del nuevo principio de igualdad ante la ley.Su fulgurante éxito como banquero le permite acumular en poco tiempo una fortuna considerable.En varias ocasiones, especialmente en 1772, Necker adelanta importantes sumas al Tesoro real, lo que le sirve para llamar la atención de Choiseul y el abad Terray.En 1764, Necker se casa con la hija de un pastor, Suzanne Curchod, que tendrá una gran influencia sobre él.Se retira en 1772, traspasando sus intereses en la banca a su hermano Luis, y publica un Elogio de Colbert (1773), celebrado por la Academia Francesa, en el que traza un retrato del ministro ideal y en el que se le puede reconocer sin demasiadas dificultades.Sin embargo, a priori nada parece que predisponga a Necker para ejercer funciones gubernamentales en Francia: por ser protestante, el acceso al Consejo del rey le está automáticamente cerrado; no conoce a nadie en el gobierno ni en la administración real, y lo único que conoce de la Corte es lo que ha podido ver como embajador de Ginebra.Al ser protestante, no puede asumir el cargo de inspector general de Finanzas, ya que ello conlleva el derecho a acceder al Consejo del rey.[3]​ Una vez llegado al ministerio, Necker se dedica inmediatamente a reformas importantes, pero de manera menos brusca y precipitada que Turgot.En lugar de estos funcionarios inamovibles y pagados a comisión, se nombran empleados revocables que reciben una remuneración fija.Además, tratando de templar los ánimos con los parlamentos, decide que las verificaciones solo se podrán llevar a cabo cada veinte años.Se establecieron cuatro, de las que las dos primeras empezaron a funcionar inmediatamente: Berry, Haute-Guyenne, Dauphiné y Bourbonnais.Necker trata además de establecer un funcionamiento del Estado transparente.No cree que el laissez-faire económico pueda generar bienestar en los ciudadanos de modo espontáneo.Estas medidas suscitan, en primera instancia, sorpresa y admiración: «Es extraordinario, escribe el barón de Besenval, que lo que no se atrevieron a llevar a cabo los Ministros más acreditados, o el propio rey, acabe de hacerlo un simple ciudadano ginebrino, M. Necker, [...] ocupando de modo precario un puesto al que su religión, su nacimiento extranjero y la prevención de la nación parecían excluir».En la primavera de 1781, se trama una conspiración para conseguir apartar a Necker del poder.Esta nueva posición, junto a las circunstancias en las que se desenvuelve el país, le permiten desempeñar un papel político de primer orden.En materia financiera, Necker revoca la suspensión de pagos decretada por Brienne y utiliza expedientes para reunir los 70 millones necesarios para asegurar los pagos hasta la reunión de los Estados generales.[12]​ En la apertura de los Estados generales, el discurso de Necker, centrado en las cuestiones financieras mientras los diputados sólo piensan en el tema del voto, es mal recibido.Tras su dimisión, Necker se retira a Suiza al castillo de Coppet, en donde seguirá escribiendo.
Retrato de Jacques Necker, obra de Joseph Duplessis , Palacio de Versalles .
La señora Necker, de soltera Suzanne Curchod.
Jacques Necker.
Retrato alegórico de Necker, hacia 1788-[1789].