Gustave Moreau

Se formó en el Romanticismo, y con un profundo conocimiento de los pintores italianos del Renacimiento, desarrolló un estilo personal con el que se anticipó al simbolismo francés a finales del siglo XIX.

Comenzó a copiar obras de maestros en el Museo del Louvre, pero ese mismo año fue por primera vez admitido al Salón oficial, con una Pietà, y emprendió una destacable carrera como pintor académico.

En 1855, en la Exposición Universal de París, exhibió su obra Los atenienses en el laberinto del Minotauro, junto a pintores tan reputados como Ingres, Delacroix, Rousseau y Courbet.

Durante los años siguientes, prosiguió con relativo éxito su carrera como pintor, aunque sus poco habituales temas provocaron a veces reacciones encontradas.

Desde 1891 hasta su muerte, En 1888 Moreau fue profesor de L’École des Beaux-Arts de París hasta su muerte, entre los que se cuentan pintores tan célebres como Henri Matisse, Albert Marquet y Georges Rouault, entre otros.

Con el tiempo, la obra de Moreau va concediendo menor importancia a la línea y más al colorido.

No frecuentó mucho los temas cristianos, aunque en 1862 pintó, por encargo, un Vía Crucis para la iglesia de Notre-Dame-de-Decazeville.

Como muchos pintores franceses de su siglo, Moreau tiene poca presencia en museos españoles.

El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid alberga dos magníficas obras suyas: Las voces y Galatea.

Habitación de Gustave Moreau en su casa de la calle La Rochefoucauld en París; actualmente abierta como museo.
La aparición (h. 1875).
Júpiter y Sémele (1890).