Los monumentos y las piezas arqueológicas procedentes de este sitio constituyen una muestra ejemplar del culto a las montañas y a la fertilidad, rasgos muy característicos de las religiones mesoamericanas.
Fue un importante centro ceremonial y ciudad entre el 300 a. C. y el 900 d. C.. Al poniente de Cacaxtla, esta ciudad fue construida en la loma del volcán extinto Xochitécatl o Xochitecatzin, «lugar del linaje de las flores», en el cual a su vez en su cima se encuentra un centro ceremonial dedicado a Tlazolteotl, diosa de la Fertilidad.
Desde su emplazamiento es posible admirar las figuras de los tres grandes volcanes que rodean el valle: al poniente, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl y al oriente, el volcán La Malinche.
[2][4] El lugar elegido para erigir este santuario a la fertilidad se encuentra entre las dos corrientes de agua más importantes de la región, es decir, el río Zahuapan y el Atoyac.
El abandono del centro ceremonial fue gradual y comenzó alrededor del siglo I a. C. Hacia el segundo siglo de nuestra era, cuando Teotihuacán y Monte Albán entraron en apogeo, Xochitécatl había sido abandonada.