Fue enviado a Roma como alumno del Colegio Internacional Teatino entre 1959 y 1964, licenciándose en Teología dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana.
Entre 1967 y 1970 dejó de ser formador para ser enviado a Madrid, ciudad donde no había residido hasta entonces, para servir como asesor de la Archicofradía del Escapulario Azul, en la pastoral familiar y en el movimiento juvenil parroquial.
De hecho, siguió dedicando su tiempo también a escribir columnas periodísticas en el Diario Menorca.
La poesía de Valentín Arteaga es muy elaborada formalmente, con abundante imaginería espiritual; transmite una jubilosa exaltación.
Otras veces hay humanidad testimonial y compromiso social con los más necesitados.