Las huellas desde la prehistoria hasta la actualidad se estratifican en el análisis de una ciudad compleja, heterogénea y con un amplio legado patrimonial.
El río Jaén, constituido por los aportes de los ríos Frío y Eliche, produce con su desembocadura en el Guadalbullón el paso natural hacia el Guadalquivir.
Esta encrucijada natural y los importantes recursos hídricos la convertirían en enclave de obligado paso hacia la meseta castellana.
Es la ciudad islámica un importante centro defensivo desde el momento en que Abderramán II decide trasladar la capitalidad de la cora desde Mentesa (La Guardia) a Jaén.
Ennoblecida la zona por el Descenso, las reformas arquitectónicas a partir de esta fecha son numerosas.
El siglo XVII, aunque marcado por grandes conflictos sociales, deja una sustancial huella en la ciudad.
En el siglo XIX, malas cosechas y tensiones sociales continúan con este lento crecimiento.