Su hábito más habitual es redondeado en pequeños nódulos, como masas lenticulares, lo que se suele denominar "en bolas de algodón", a veces con cristales bien formados.
Requiere para formarse aridez, por lo que suele encontrarse en playas y regiones desérticas.
Es muy común en lagos salinos desecados, en los que se forma por precipitación.
A la intemperie se descompone un poco con el agua, pues pierde sodio.
[1] Los cristales aciculares o los fragmentos pulidos con transparencia, como en la imagen adjunta, dejan ver lo que hay detrás de una forma muy característica, como si se proyectaran en su interior.