Es relevante por ser el primero de su tipo que dedica atención al toreo a pie, todavía secundario en aquella época.
[4] El hecho de que no llegara a ser impreso no le resta importancia, pues su contenido y la categoría del autor le confieren gran autoridad aunque su difusión fuera menor que la de otras obras similares de la época.
Se relata de él que daba las lanzadas cara a cara con el toro, al galope y sin colocar venda o anteojos al caballo.
[6] Considera como más hermoso a caballo el uso del rejón, cuyo manejo recomienda dominar a todo caballero, y que opina puede ser colocado en cualquier parte del toro.
Consiste en que dos jinetes van a los lados del toro y otro le sigue por detrás.
También menciona el uso del garrochón, cuyo uso cree originario de Salamanca y al que considera herramienta válida para socorrer a un torero más que para la ejecución de suertes.
Otro capítulo está dedicado a detallar los recursos que se deben utilizar para salir de percances peligrosos, entre los que está arrojar la capa a la cabeza del toro para privarle de la visión, así como desjarretarle hiriendo con la espada en los corvejones.