Terremoto de Trujillo de 1619

[3]​ Por haber ocurrido el día 14 de febrero, este suceso dio origen a una singular devoción por San Valentín, bajo cuya protección se puso desde entonces la ciudad.

XXIX) cuenta así el hecho:[7]​ Aunque el relato del cronista franciscano parezca exagerado, no hay duda que el cataclismo fue de consideración y todos los anales de esa época así lo confirman.

Los muertos, según este autor, fueron 350, número crecido si se tiene en cuenta la población de entonces.

[8]​ El relato original pertenece al padre Antonio de la Calancha que en su Crónica moralizada (Lima, 1653, tomo segundo) dice que «en un breve credo que duró el temblor arruinó desde los templos más fortalecidos hasta los edificios más livianos no valiendo la fortaleza para hacerle resistencia, ni la calicanto para oponerse a un soplo del viento».

Tan destruida quedó Trujillo, que sus vecinos la abandonaron y se fueron a vivir al campo, principalmente a la pampa de Santa Catalina, y hasta pensaron seriamente en reedificar la ciudad en otro lugar más alejado.

[11]​ Sin embargo, las comunidades religiosas se opusieron al traslado de la ciudad a un nuevo sitio, y finalmente, por decisión del Cabildo en pleno, se decidió reedificar la ciudad en su mismo sitio original, en donde fuera fundado por Francisco Pizarro en 1535.

[14]​ Dicho santo nació en España y estuvo en Trujillo entre 1602 a 1604, pasando luego sus últimos años en Lima.

[11]​ La catástrofe dio lugar a una singular devoción por San Valentín, en cuyo día santoral (14 de febrero) ocurrió el sismo.

El primer obispo de Trujillo, Francisco Díaz de Cabrera . Ilustración en acuarela. Reproducido del primer tomo del Códice Martínez Compañón (c.1782).