Teoría del consumidor

La teoría relaciona las preferencias y las restricciones presupuestarias a las curvas de demanda del consumidor.

Los consumidores no examinan sistemáticamente todas las opciones posibles, salvo para ciertos bienes.

Ese medio para decidir, llamado racionalidad procedimental, proporciona un medio rápido y sencillo de tomar decisiones, un procedimiento de optimización riguroso entre todas las posibilidades podría ser inadecuado.

Más allá de cierto umbral finito consumido, una necesidad queda satisfecha y consumir más unidades asociadas a esa necesidad no aporta ninguna satisfacción adicional.

De acuerdo con este principio introducido por Lancaster, el consumidor subdivide sus elecciones y necesidades en diversas categorías, débilmente relacionadas unas con otras.

Este principio postkeynesiano contrasta con las hipótesis típicas de la teoría neoclásica donde cualquier disminuición en la cantidad proveída para una necesidad puede ser compensada por una cantidad superior de otro producto.

Según el principio de subordinación la distribución del presupuesto no consiste en maximizar una utilidad entre bienes disponibles, sino que los bienes situados en un nivel jerárquico no son consumidos a menos que estén mínimamente satisfechas las necesidades de bienes de los niveles jerárquicos inferiores.

La utilidad tiene, pues, un carácter objetivo en cuanto es una cualidad que reside en los bienes, y un carácter subjetivo porque al poseer cada individuo gustos y apetencias diferentes, la utilidad que reporta un bien a diversas personas también es diferente.

La utilidad de un bien varía a medida que lo hace la cantidad consumida del mismo.

Se denomina utilidad total a la proporcionada por el conjunto de las unidades consumidas del bien considerado, es decir, a la suma de las utilidades que reportan las diversas unidades consumidas.

La utilidad marginal tiene carácter decreciente para todos los niveles de consumo.

El significado económico de esta igualdad supone que la utilidad adicional proporcionada por la última unidad monetaria invertida en la compra y consumo de un determinado bien debe ser igual para todos los bienes.

En efecto si esto no se produjese la elección habría sido otra.

El enfoque ordinal sólo da importancia a la ordenación de las preferencias.

Desde este punto de vista no es necesario que los individuos asignen un valor numérico a sus preferencias.

Este modelo puede ilustrarse, en el caso más simple, considerando sólo dos bienes (X e Y) lo que permite recurrir a representaciones gráficas, en casos con más bienes se generaliza el modelo de dos bienes, aunque muchas de las características del modelo de muchos bienes no se pueden representar fácilmente en un gráfico bidimensional.

Nótese que en las teorías ordinalistas este tipo de "compensaciones" no son posibles, por lo que en dicha teoría en general no existirían curvas de indiferencia completas.

Reduzcamos en otra unidad la cantidad poseída del bien X –hasta una sola unidad-, y si el consumidor piensa que necesita a cambio 1,5 unidades del bien Y para compensar esta pérdida, el punto C, representará otra combinación de bienes que, para el consumidor, significa la misma satisfacción que las representadas por los puntos A y B.

Este proceso puede repetirse tantas veces como quiera de forma que, uniendo todos los puntos que representan cantidades de bienes cuya posesión implica la misma utilidad o satisfacción para el consumidor individual, podríamos trazar lo que se llama curva de indiferencia del mismo.

Donde X e Y son las cantidades de los dos bienes poseídas por el individuo y U es un indicador del grado de satisfacción o utilidad alcanzado por el mismo.

Esta expresión indica que la utilidad aumenta al aumentar la cantidad poseída de uno cualquiera de los dos bienes cuando se mantiene constante la cantidad poseída del otro.

Esta expresión indica que las curvas de indiferencia son decrecientes.

Indudablemente el hecho de que los bienes X e Y son escasos, tienen un precio, y la renta monetaria de que dispone para adquirirlos está limitada.

Su representación geométrica en el cuadrante positivo X Y será una recta.

Para una renta monetaria dada tal como, por ejemplo, la r0, la ecuación (2) vendrá representada por la recta AA´cuyas características geométricas serán: Y = r0/PY X = r0/PX Esto indica que cuando mayor sea la renta, manteniéndose constantes los precios de los bienes, la recta de balance estará más alejada del origen, y las variaciones de la renta monetaria (r) se reflejarán en desplazamientos paralelos de dicha recta.

En efecto, al variar r los precios no se alteran y, por tanto, la inclinación de la recta sigue siendo la misma.

El problema es obtener la combinación de bienes que mayor satisfacción reporta al consumidor.

Si se sitúa en un punto F estará sobre una curva de indiferencia de índice U1, pero esta combinación, aunque accesible o factible, no será la que mayor utilidad le reporte.

Por tanto, el primer miembro de (3) indica la utilidad que le reporta al consumidor el gasto de pX euros en comprar la última unidad del bien x1 dividido por ese precio, es decir: la utilidad que le reporta al consumidor el último euro gastado en la adquisición del bien X.

Por tanto la ecuación (3) indica que las últimas unidades monetarias gastadas en ambos bienes han de reportar la misma utilidad al consumidor por de lo contrario no se estaría en equilibrio.