Dependiendo del fabricante puede verse sustituida por otros colorantes no sintéticos, como el achiote, cúrcuma, betacaroteno o azafrán.
Una diferencia fundamental es que los colorantes cancerígenos son poco polares, solubles en grasas, y atraviesan con cierta facilidad la barrera intestinal, incorporándose al organismo.
En cambio, los colorantes autorizados, que son muy polares y solubles en agua, no se absorben.
[6] En cuanto a la tartrazina, los estudios científicos realizados hasta la fecha no han demostrado ningún efecto carcinogénico.
Desde que en 1959 se describió por primera vez un cuadro de urticaria debido a la tartracina se han relatado más casos de urticaria, lesiones purpúricas, anafilaxia y en general intolerancia debidos a este y otros colorantes azoicos.