Taron no está contento con su vida, durante la época ocurre una guerra en la cual preferiría luchar como guerrero en lugar de atender su responsabilidad como porquero.
Taron persigue a los Gwythaints hasta el castillo del Rey del Mal, acompañado por Gurgi, una extraña y solitaria criatura que se encapricha con ser su amigo, aunque huye tan pronto presiente peligro.
Hen Wen consigue huir del castillo, pero Taron es capturado y encerrado en el calabozo.
Dan con ella en un escondite subterráneo bajo un estanque donde habitan las hadas y reina el Rey Enrique.
Morva aparenta ser un lugar abandonado donde alguien ha coleccionado un gran número de calderos y otros objetos inservibles e inusados, pero pronto los héroes descubren que en Morva viven tres brujas: Ondina, Orvina y Olguina.
Tras acabar el cambio, las brujas le advierten a Taron que para detener los poderes del caldero, un ser viviente ha de arrojarse en su interior por su propia voluntad; este entonces será devorado y los siniestros poderes del caldero llegarán a su fin.
Por esta razón decide sacrificarse y arrojarse en el interior del caldero, poniendo fin a su poder.
Allí encuentran el caldero y al mismo instante reaparecen las Brujas de Morva.
Orvina le ofrece a Taron su espada, pero este la rechaza y pide en su lugar la vida de Gurgi.
Taron recoge el cuerpo, lo abraza y enseguida vuelve a la vida.