Los tanques lanzallamas se utilizaron para apoyar ataques combinados contra fortificaciones u otros obstáculos.
Sólo llegaron a tener un uso significativo en la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Estados Unidos, Unión Soviética, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido (incluidos los miembros de la Commonwealth), produjeron blindados equipados con lanzallamas.
El combustible y el propulsor para el lanzallamas se llevaban tanto en el interior, como en depósitos blindados externos, o en algunos casos en un remolque cisterna blindado detrás del tanque (Churchill Crocodile).
Sin embargo, en campo abierto, el lanzallamas era prácticamente inútil debido a su corto alcance.
Pero hacia mediados de la guerra se introdujeron armas antitanque más potentes, como la Bazuca, el Panzerschreck y el PIAT, que eran letales a distancias mayores a las del alcance de un lanzallamas.