[2] En 1924, integró la Troupe Ibérica de Raquel Meller, con la cual actuó en Francia, Brasil, Uruguay y finalmente en Buenos Aires, donde se radicó definitivamente.
[3] Mientras se desempeñaba como cancionista en cabarés, conoció al compositor Enrique Santos Discépolo, con quien mantuvo una larga relación sentimental.
[6] Cuando Ana tenía dos años, la familia se trasladó a Valencia, donde inició sus estudios en canto y castañuelas.
Si bien inicialmente había pensado en llevar su nombre de pila, su hermana Isabel era una cupletista consolidada y le recomendó no utilizarlo.
[10][nota 1] La gira prosiguió por el interior de Argentina, Montevideo, San Pablo, Río Grande y Pelotas.
[5] Sergio Pujol, en su libro Discépolo, apuntó a que «no le había llevado mucho tiempo descubrir que cantar tangos no era traicionar los temas españoles con los que se inició en la vida a una edad en la que muchas chicas tejían, aburridas, a la espera del príncipe azul... el tango era para Tania la prolongación americana de sus primeros años y su primer repertorio, si bien para ella la tristeza de muchas de sus letras era incomprensible».
[11] En una ocasión fue escuchada por Carlos Gardel, que le bromeó a su amigo José Razzano: «Conmigo, de Toulousse, y una gallega, el tango se para».
Ahí, las tareas de trabajo eran arduas ya que debía permanecer largas horas por la noche para grabar algunas pocas canciones.
Durante su estadía en esa emisora, conoció a algunas de las figuras más relevantes del ámbito musical como Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Libertad Lamarque, Tita Merello y Ada Falcón que,[13] junto a Tania, se convirtieron en las primeras cancionistas en introducir la modalidad vocal femenina en el tango, un rubro con prevalencia del género masculino.
[14] Según comentó, «la riqueza de lenguaje, la tremenda vitalidad, la sencillez y la verdad con que él [Discépolo] se refería a sus tangos me daban increíbles fuerzas para dar lo mejor de mí al cantarlos».
[15] En 1946, acompañó como vocalista a la orquesta de Mariano Mores en Radio El Mundo, donde el día del debut recibió un ramo de orquídeas del presidente Juan Domingo Perón.
Ahí, interpretó a la sirvienta negra de Micaela Villegas «La Perricholi», el persona recreado por Nelly Quel.
[17] En 1935, interpretó «Quién más, quién menos» en Winter Garden y al finalizar la temporada, emprendieron una gira por Chile, Uruguay —donde abrieron un boliche en el Casino Míguez de Punta del Este— y Europa.
Un tango con música bonita y letra fea o inexpresiva no es cantado por Tania».
Su labor en este último filme fue calificado por un periodista de Cine Argentino, Julián Centeya, como una «verdadera creación».
[19] Su éxito actoral continuó en 1949 con Blum, una obra escrita por Julio Porter representada en el Teatro Presidente Alvear junto a Osvaldo Miranda y Diana Maggi.
Blum permaneció en escena hasta 1951, cuando fue trasladada al Teatro Splendid y Discépolo presentó el vals «Con una mentira».
[5] Sin embargo, su papel preferido ocurrió en Las preciosas ridículas (1967), una adaptación de Moliére llevada a cabo en el Teatro de la Cava y luego en el Teatro Odeón.
Desde su papel en esa obra, Tania solamente recibió roles menores en espectáculos de revista.
[20] José Razzano, habitué del Bergère, escuchó su interpretación de «Esta noche me emborracho», popularizado por Azucena Maizani, y le presentó a su amigo Enrique Santos Discépolo.
[11] Uno de los rasgos personales más debatidos sobre Discépolo fue su tendencia a la melancolía y la tristeza.
Norberto Galasso, en uno de sus libros, se refirió a la conflictiva relación entre madre e hija.
Ambos compartían la adicción por el alcohol y al poco tiempo se separaron.
[29] Según Pujol, «el fuego cruzado entre los hermanos tuvo en sus respectivas mujeres una forma oblicua de agresión...
[31] Si bien Tania se definía como «apolítica», Discépolo mantuvo una íntima amistad con el expresidente Juan Domingo Perón, a quien había conocido circunstancialmente en Chile en 1938 cuando este se hallaba en el cargo de agregado militar de la embajada argentina.
En sus memorias, Tania confesó que mantuvo pocos diálogos —cinco o seis— con Perón en los trece años de amistad que desarrolló con Discépolo y que además, conoció junto al compositor a otros mandatarios como Alvear, Uriburu, Justo y Ramírez en el correr de su vida artística, con muchos de los cuales tuvieron recepciones privadas.
[4] Al cumplir 90 años, se le tributó un homenaje en la sede de APTRA a la vez que actuó en un sketch titulado «El descubrimiento de América» en alusión a su longevidad, tema que le divertía y generaba especulaciones en el ámbito del espectáculo.
Tania continuó trabajando y manteniendo una vitalidad asombrosa para su edad hasta sus últimos meses.