Los fósiles de tálpidos más antiguos hallados pertenecen al Eoceno temprano.
Los tálpidos varían en tamaño desde los mencionados topos musaraña que miden en torno a 2.4 cm y pesan menos de 12 g, al desmán almizclado (Desmana moschata), que llega hasta los 20 cm y 550 g de peso.
Los topos excavadores han desarrollado una serie de especializaciones evolutivas para su vida subterránea.
Estos animales tienen una conexión articulada entre la clavícula y la parte superior del brazo que es única entre los mamíferos.
Al igual que las pequeñas patas de las especies parecidas a las musarañas, son sólo condicionalmente adecuadas para excavar, aunque estos animales a menudo pueden hacer sus propias madrigueras.
En los machos el pene queda orientado hacia atrás y carecen de escroto.
Su piel tiene un pelo suave y sedoso, lo cual ha fomentado su caza durante años.
Las procesos espinales de las vértebras cervicales y torácicas suelen estar poco desarrolladas.
Si el 14.º par de costillas está desarrollado, su tamaño es claramente reducido y no tiene ninguna función.
[3][4] Como animales parcialmente muy especializados, los topos tienen algunas características especiales en su estructura esquelética, sobre todo en los brazos y la cintura escapular.
Única entre los mamíferos es la conexión articulada entre la clavícula y el húmero, más concretamente con el gran saliente óseo de este último.
No obstante, las patas delanteras están situadas por debajo del cuerpo, lo que permite la locomoción terrestre.
También tienen un hueso sesamoideo en forma de hoz, el llamado "prepulgar" (prepollex) o el os falciforme.
El Os falciforme ensancha la palma como un "sexto dedo" y ayuda a cavar bajo tierra.
La tibia se une al peroné a nivel de la diáfisis metatarsiana.
En algunas especies, como los topos euroasiáticos, hay un pequeño hueso sesamoideo en el pie, que corresponde al "pretarso" (prehallux).
Su función no está clara, pero podría estar relacionado genéticamente con la formación del prepollexo.
[3][9][4] Los tálpidos tienen un alto índice metabólico lo que les hace tener un apetito insaciable.
Muy pocas especies construyen madrigueras compartidas, como el topo de nariz estrellada (Condylura cristata).
Antes de comérselas, los topos las exprimen entre sus patas para extraer la tierra que hayan podido ingerir.
Los conflictos actuales entre humanos y topos se basan principalmente en la grave actividad de estos animales.
[13][4] Se les encuentra, generalmente, en tierras de cultivo, prados o jardines y, en menor medida, en los bosques.