Era entonado con los mismos arpegios musicales que actualmente caracterizan el ritmo del taquirari.
Existen testimonios de su presencia temprana en el siglo XIX,[3] cuando, por ejemplo, el guerrillero cruceño Cañoto luchaba contra los españoles y tocaba en su guitarra melodías emparejadas con el trote del caballo.
Los saltos son marcados por un ritmo movido, un poco menos que el carnavalito, y las variaciones a veces improvisadas por los músicos.
Las figuras que se marcan son libres, pero las más comunes son: Agarrados de las manos, frente a frente, la pareja gira en remolino a un lado y luego al otro; Ganchos: Cruzando el brazo derecho y con frentes opuestos, la pareja gira en remolino; cambian el brazo y luego giran en sentido contrario; Rueda: Las parejas forman una rueda, intercalados y tomados de las manos, se desplazan en ambos sentidos.
La mujer viste el tradicional Tipoy (vestido largo y sin mangas usado por las indígenas orientales), el cabello recogido en una o dos trenzas atada con encajes o cintas de colores, la cabeza adornada con flores coloridas de la región que le sirven para el coqueteo a la pareja, lleva también zarcillos y collares hechos con semillas de la región que resaltan su belleza y en ocasiones para demostrar su destreza baila con un cántaro sobre la cabeza o el hombro.
El compositor boliviano Gilberto Rojas Enríquez difundió y expandió el taquirari a nivel nacional e internacional.