Durante el periodo califal, Talavera de la Reina (Medina Al-Talabaira) experimentó un despegue económico y comercial debido a su situación geográfica en el centro de la península ibérica.
Los árabes crearon una impresionante muralla que rodeaba la antigua villa romano-visigoda por orden de Abderramán III, quien también ordenó construir un castillo alcázar y varias obras civiles como molinos que surtían a la ciudad de agua proveniente del río Tajo y azudes que regulaban las crecidas.
Esta rivalidad de Toledo con Córdoba situó a Talavera al lado de la capital del emirato cordobés, lo que la enfrentó con Toledo en diversas ocasiones durante el siglo X.
Talavera, ahora dependiente de la Taifa de Toledo, logró independizarse al romperse las comunicaciones con la capital por los continuos conflictos con cristianos, quienes venían buscando reconquistar la frontera del Tajo desde hacía algunas décadas.
En una visita a Ávila, el Rey se reencuentra con Aixa Galiana, quien había sido bautizada como Urraca, en honor a la hermana del rey de León y Castilla y se había casado con un noble llamado Nalvillos Blázquez.