Durante las décadas siguientes, cuando la nación aún estaba en formación, fue manejada por la provincia de Buenos Aires.
De esta manera se crearon los impuestos "internos", en contraposición a aquellos considerados "externos" (la Aduana).
[1] La Gran Depresión en 1929 produjo una caída sustancial del comercio internacional, que redujo los recursos generados por la Aduana desde el 59,2% de la recaudación al 38,6% en 1931.
En 1967 el ministro Krieger Vasena las elevó hasta el 20-25%, aunque luego volvieron a bajar gradualmente.
[3] En 1991 se crea el Impuesto sobre los Bienes Personales, en principio como un tributo temporal pero que ha permanecido como parte del sistema tributario.