[2] Mahler consideró la canción tanto la inspiración como el objetivo de la Cuarta Sinfonía,[2] llamándola la "clave del edificio".
[2] En 1895, Mahler consideró usar la canción como el sexto y último movimiento de su Tercera Sinfonía.
4 (Humoreske) que tiene la siguiente forma de seis movimientos:[8] El boceto indica que Mahler planeó originalmente que la Cuarta Sinfonía tuviera tres movimientos puramente sinfónicos (primero, tercero y quinto) y tres canciones con orquesta: "Das irdische Leben" (compuesta c. 1893 como una canción de Des Knaben Wunderhorn), "Morgenglocken " (completado en 1895 como "Es sungen drei Engel" de la Tercera Sinfonía) y "Das himmlische Leben".
Cuando las vacaciones se acercaban a su fin, Mahler trabajó en la sinfonía durante diez días, durante los cuales redactó "aproximadamente la mitad" de los tres movimientos instrumentales y esbozó las variaciones del tercer movimiento, Adagio, según Bauer-Lechner.
[4] Bauer-Lechner informa que estaba "profundamente molesto por haber perdido una parte tan importante de su vida" al componer la obra.
En palabras del musicólogo James L. Zychowicz, Mahler pretendía que "la música existiera por sí misma".
Sus tonalidades son muy raras, empezando porque la música empieza con staccatos de la orquesta en un aparente si menor.
El mismo Mahler escribió acerca de su 9.ª sinfonía que “está mejor situada junto a la Cuarta”.
En el primer movimiento se oyen campanillas y temas del carácter de danzas campesinas.
Al final del desarrollo, que cambia la tonalidad a Mi menor, "progresa" a La mayor (tema de las flautas), hasta el clímax, en el que la tonalidad es la de Do mayor.
El segundo movimiento, que hace las veces de scherzo, es una "danza de la muerte" ternaria, en la que un violín afinado un tono más alto va desgranando los temas, con esa ironía y ese sarcasmo tan caros a Mahler.
Tonalmente juega con el Si bemol, y el episodio que funciona como Trío, en Fa mayor (más una repetición en Re mayor), encomendado al clarinete y al fagot como instrumentos principales.
Es el movimiento que podemos referir a las "divinas larguras" de Schubert o más cercanamente Bruckner.
La orquesta termina por borrarse después de haber reanudado los temas campesinos del primer movimiento.
Hacia el final, aparece en los instrumentos de viento un motivo que recuerda a la canción infantil Esta tanzt ein Bi-Ba-Butzemann.
Poco después, las cuerdas entonan el segundo tema en un estado de ánimo solemne y ya apunta al 3.er movimiento.
Un tercer tema, que aparece de repente, tiene nuevamente una estructura similar a la de una danza y solo debe considerarse como una ocurrencia tardía, ya que conduce directamente a la repetición del tema principal.
[9] Mahler pone música a esto con una forma de humor grotesco e irónico, que se basa en Jean Paul.
Sin embargo, esta ahora se desarrolla en los acordes de las madera que lo acompañan y ya no es tan inquietante como al principio.
Varias veces se da la apariencia de un colapso total, pero esto es evitado por un avance explosivo, que equivale a vislumbrar la visión del cielo.
El canto fluido y conmovedor continúa, finalmente se unen los instrumentos de madera.
Después de haber cambiado brevemente entre mayor y menor, la canción optimista del tema principal puede establecerse con moderación.
Esto se complementa con otros elementos ornamentales, como los acordes erráticos que acompañan a las cuerdas.
El cuarto movimiento, en cuatro estrofas y una coda, pone música al texto del poema "Der Himmel hangs voll Geigen" ("La vida celestial") de Des Knaben Wunderhorn, que Mahler había alterado ligeramente.
Sin embargo, aparece en una forma tormentosa y conmovedora, que es lo opuesto a los finales estróficos sagrados.
En la segunda estrofa, Mahler también incorpora este estilo dramático de empuje hacia adelante en el acompañamiento orquestal.
La última estrofa se debe recitar entonces "muy tierna y misteriosamente hasta el final".
Sollt' ein Fasttag etwa kommen, Alle Fische gleich mit Freuden angeschwommen!
Die unsrer verglichen kann werden, Elftausend Jungfrauen Zu tanzen sich trauen.
Kein' Musik ist ja nicht auf Erden, Die unsrer verglichen kann werden.