No existe registro alguno de una secta religiosa o grupos confesionales que se hayan llamado a sí mismos "setianos," aunque este apelativo conveniente fue usado por varios Padres de la Iglesia como Ireneo o Epifanio que se oponían a esta forma de gnosticismo.
[1] Sin embargo, el origen exacto del setianismo no se entiende apropiadamente.
[3] El debate entre estas posiciones se hace aún más difícil cuando se tiene en cuenta que los tratados de y sobre los setianos provienen de un amplio rango temporal y geográfico.
Hans-Martin Schenke y otros autores[3] han sugerido que los adherentes al setianismo alcanzaron un alto nivel de organización grupal, conclusión a la que llegan gracias al nivel de tecnificación y complejidad en el lenguaje usado en los tratados setianos, que según estos autores sugiere un intercambio intelectual y una suerte de aislamiento social que serían posibles solo en una comunidad intelectual organizada.
Scott[3] concluye que el setianismo hasta el siglo II d. C. era fundamentalmente una colección difusa de mitos y especulaciones éticas, y que solo con la aparición posterior de la escuela de Valentino, inspirada en la organización del cristianismo primitivo, empezó a organizarse y a tener un objetivo misional.
Honraban particularmente al patriarca Set, tercer hijo de Adán, el primer hombre según la mitología judía.
Habrían sobrevivido en una etapa de declive a partir del siglo III.
[2] Teodoreto ha confundido los setianos con los ofitas y quizá no había entre ellos otra diferencia que la veneración de los primeros al patriarca Set.
La Trimorfa Protennoia y la Tres Estelas de Set comparten una estructura tripartita, aunque el primero presenta el triple descenso del Primer Pensamiento Protennoia/Barbelo, en tanto que el último le brinda a un grupo de lectores una oraciones doxológicas para asistirles en su ascensión a través de los tres niveles superiores del mundo eónico.
El mundo divino es descrito en estos tratados como un gran templo celestial lleno de un coro de seres espirituales (eónes) ocupados en una liturgia celestial dirigida a la adoración del supremo.
Como el que preside directamente sobre el orden creado, este Arconte ("gobernante") o Archigenetor ("creador"), se describe usualmente como teniendo a varios de sus propios hijos como colaboradores o secuaces (arcontes, o autoridades) que funcionan más como los jóvenes dioses del Timeo de Platón, a quienes el demiurgo asigna la tarea de encarnar almas humanas recién creadas en cuerpos humanos.
Además, el Arconte y los otros gobernantes y ángeles que controlan el cosmos tienen un innegable parecido a los ángeles caídos o rebeldes de la literatura judáica posterior.