Además recibiría el ducado de Lorena y el Ducado de Bar, siendo compensado el duque de Lorena con el Milanesado que pertenecía a la Corona Española.
[1] El tratado se firmó con la aprobación de Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas, a pesar de la oposición del emperador Leopoldo I de Habsburgo, que reclamaba la totalidad de los territorios de la Corona española.
[2] Pero como ha señalado Joaquim Albareda, "de todos modos, las potencias europeas eran conscientes de la dificultad de que el tratado se llevara a la práctica, tanto por la lógica oposición que despertaba en la corte hispánica como por el hecho de que, ante las expectativas que generaba la previsiblemente cercana muerte de Carlos II, ninguna de ellas renunciaba a objetivos aún más ambiciosos que los pactados".
[3] El acuerdo, que significaba la disgregación del Imperio español, también fue rechazado por Carlos II de España, quien finalmente nombró como su sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia.
La negativa de Austria a reconocer a Felipe como rey propiciaría el inicio a la Guerra de sucesión española.