El Marquesado del Finale constituía el más longevo reducto de la antigua Marca Alerámica.
Los territorios, que posteriormente tomaron el nombre de Marquesado del Finale, fueron gobernados ininterrumpidamente durante seis siglos por la familia de los Alerámicos, conocidos como marqueses del Vasto durante el tiempo que gobernaron la marca de Savona, y posteriormente por los marqueses del Carretto cuando el territorio se constituyó como estado libre.
Entre 1142 y 1148 sus hijos se dividieron el patrimonio, dando origen a diversas dinastías feudales.
El nombre ha sido conectado con la posesión de un pequeño castillo sobre el Bormida llamado Carretto (aunque recientemente han surgido algunas objeciones a esta hipótesis).
Ya en la primera mitad del siglo XII se fueron constituyendo como comunas independientes bajo la protección de Génova, y los acuerdos de 1153 con Savona y 1155 con Noli formalizaron su ya larga autonomía.
Giacomo se casó con una hija natural del emperador Federico II de Hohenstaufen, Caterina da Marano.
A pesar de todo, en 1450, Giovanni I Del Carretto consiguió reconquistar Finale.
Este objetivo fue finalmente conseguido en 1598, cuando el último marqués Sforza, Andrea del Carretto, vendió a Felipe II todos sus derechos feudales sobre el territorio.
El acuerdo fue ratificado por Felipe III en 1599, entrando en vigor sólo con la muerte de Andrea, en 1602.
Además desde el momento en que Felipe II consiguió el pleno dominio al adquirir el marquesado, los artífices de la Monarquía proyectaron diferentes enclaves portuarios, como el de Varigotti a cargo del capitán Giuseppe Vacallo.
No obstante, aunque Felipe II adquirió los derechos sobre el marquesado en 1598, el fuerte de Castelfranco ya estaba ocupado por tropas españolas desde 1571, cuando se supo que el marqués Alfonso II Caretto quería vender el feudo a los franceses.
Bajo el dominio español, el marquesado experimentó un notable desarrollo económico, cultural y artístico.
Una guarnición de aproximadamente 2.000 soldados estaba estacionada en las poderosas fortificaciones construidas entre 1640 y 1645.
El comportamiento del rey Felipe V en estas batallas fue brillante rayando lo temerario, no obstante, 12 de octubre el rey dejaba el frente dirigiéndose a Milán para desde allí embarcarse en Génova rumbo a España.