Su madre murió pronto y su padre, según la costumbre de la época, la prometió en matrimonio a Gaspare Grimaldi Bracelli, único heredero de una familia rica y noble.
Génova fue invadida por inmigrantes que buscaron refugio en la ciudad huyendo de los territorios ocupados.
Cuando el convento de Monte Calvario se hizo insuficiente para muchas peticiones, Virginia fundó dos nuevas casas.
Igualmente pidió ayuda a la "Oficina de los Pobres" y a otros benefactores, que veían en su obra una oportunidad para las jóvenes que no tenían las condiciones suficientes para salir adelante.
Además, fue capaz de comprometer a la nobleza genovesa para que le ofrecieran los medios necesarios para el programa e incluso su colaboración.
A pesar de la efervescencia inicial, las congregación no duró mucho.
La primera idea era comprar esa casa, sin embargo el precio era demasiado alto para sus posibilidades.
Así que decidió comprar una casa en el barrio de Carignano.
Las jóvenes vivirían según el modelo de los terciarios franciscanos, como «vírgenes seglares».
En 1650, la Oficina de los Pobres le pidió que enviara hermanas para dirigir el laboratorio interno del Lazareto.
En 1649, tras una grave enfermedad, Virginia pidió y obtuvo que los tres «protectores» se les sumara un cuarto, el marqués Emmanuele Brignole.
En el 1661, diez años después de su muerte, Emmanuele Brignole escribió un libro sobre la «sierva de Dios» Virginia, declarando en él, que ella «vivió en el servicio a Dios perfectamente, nunca pensó en su propia satisfacción, y se dedicó por entero a Dios y al prójimo».
Las palabras del pontífice pretendían colocar a la nueva beata como un ejemplo a seguir para los cristianos católicos y para los hombres y mujeres que desinteresados de sí mismos, se dedican al servicio de los más necesitados: El gran tapiz de la beatificación, colocado detrás del papa durante la ceremonia, es obra del pintor italiano Corrado Mazzari.