En términos más coloquiales, la salud del suelo surge de interacciones favorables de todos los componentes del suelo (vivos y no vivos) que van juntos, como en la microbiota, las plantas y los animales.
Los fertilizantes inorgánicos no necesariamente dañan la salud del suelo si 1) se usan en cantidades adecuadas y no excesivas y 2) si producen una mejora general del crecimiento general de la planta que aporta más residuos que contienen carbono al suelo.
La adición de la palabra "salud" cambió la percepción a ser integradora, holística y sistemática.
Actualmente se reconoce comúnmente que la biomasa microbiana del suelo es grande: en suelos de pastizales templados, se ha documentado que la biomasa bacteriana y fúngica es de 1 a 2 toneladas (2000,0 kg) por hectárea y 2 a 5 toneladas (5000,0 kg) por hectárea, respectivamente.
[8] Las pruebas de salud del suelo se están extendiendo en países como Estados Unidos, Australia y Sudáfrica.
El mejor ejemplo es agregar la respiración biológica del suelo como procedimiento de prueba; esto ya se ha adaptado a los laboratorios comerciales modernos en el período desde 2006.