Quedó huérfana de padre desde muy niña y se trasladó con su madre y hermano a Madrid, donde su madre puso una pensión; con cinco años ingresó en un internado municipal regentado por monjas de Alcalá de Henares.
Sus estudios de bachillerato quedaron interrumpidos por la Guerra Civil; no los volvió a retomar y terminó su instrucción de forma autodidacta.
Su poesía es predominantemente estrófica (sonetos, incluso con la curiosa variante del sonexástrofo: tres cuartetos y tres tercetos; alguna vez liras); su tema más importante es la búsqueda de Dios.
En 2005 el Gobierno de Castilla-La Mancha le concedió la Placa al Mérito Regional.
[2] Su archivo y librería (seis mil títulos) fue donado por su hijo Francisco Javier Torres Calderón al Archivo Histórico Municipal de Valdepeñas.