Roy Kellerman

A través de sus informes, sus declaraciones y las entrevistas concedidas tras el magnicidio, Kellerman evidenció haber desempeñado un importante papel de vigilancia constante durante los hechos ocurridos tras el atentado, registrando pistas esenciales para la resolución del caso y guiando al equipo médico durante la autopsia realizada en el Hospital Naval Bethesda.

Al igual que todos los agentes del USSS encomendados a la protección presidencial, Kellerman había sido entrenado para utilizar su propio cuerpo como "escudo humano" ante la posibilidad de un eventual atentado contra la vida del presidente.

Inmediatamente después, Kellerman vuelve la mirada hacia delante en una actitud más relajada, postura que mantiene mientras se producen otros disparos contra el presidente y la limusina acelera, abandonando la Plaza Dealey.

[2]​ Ese mismo día afirmó que, según alcanzaba a recordar, tras haber oído la primera señal audible del disparo -o su onda expansiva- el asesinato concluyó con un "chaparrón de proyectiles" cayendo sobre la limusina, que le recordaron el estampido de un avión al romper la barrera del sonido.

Cuando la HSCA -la segunda comisión constituida para investigar las circunstancias del asesinato- cuestionó su celo, contestó que "la razón es que él era nuestro hombre, y todo aquello pertenecía a la Casa Blanca".

[cita requerida][5]​ Algunos investigadores sostienen que, con base a su supuesta actitud pasiva en los instantes críticos y su férreo control sobre evidencias prima facie en las horas siguientes, él mismo bien pudiera haber estado involucrado en dicha conspiración.

La limusina del Presidente Kennedy unos momentos antes del atentado. Kellerman está sentado junto al conductor.
El presidente Kennedy en Dallas, Texas, minutos antes de su asesinato