Ike Altgens

Paralelamente ampliaba sus estudios en los cursos nocturnos de la Southern Methodist University, logrando la licenciatura en Bellas Artes.

Al disparar la primera fotografía desde esa posición, oyó "un sonido seco" que creyó "petardos".

Kennedy acababa de reaccionar, llevándose las manos al cuello, mientras a su lado su esposa Jackie le sostenía el brazo.

"Ya había enfocado, y tenía mi mano sobre el disparador, pero cuando la cabeza de JFK explotó, enviando fragmentos en mi dirección, me quedé virtualmente paralizado", dijo Altgens posteriormente al escritor Richard B. Trask.

[4]​ Altgens testificó que siguió a los agentes y al público hacia el "Grassy Knoll", en la parte norte de la Elm Street.

"Quería acercarme y sacar una foto del chico; si es que tenían a alguien detenido".

Su presencia allí resultaba imposible según la investigación oficial, que le situaba en la sexta planta del edificio en el instante preciso de los disparos, disparos que por otra parte él realizaba con un rifle Mannlicher-Carcano.

[6]​ La Comisión Warren prestó una extraordinaria atención a la fotografía, así como hicieron numerosos investigadores privados: Si ese hombre no era Oswald, no probaba ni desmentía la teoría de que era el asesino; pero si ese hombre era efectivamente Oswald, entonces ésta era la prueba fotográfica de que él no había matado a Kennedy.

[14]​ Diez años más tarde, el periodista texano Jim Marrs escribió: "La mayoría de los investigadores de hoy en día están más predispuestos a afirmar que ese hombre pudo haber sido Lovelady".

Pasó sus últimos años trabajando en publicidad para la Ford, y atendiendo a las numerosas solicitudes de investigadores sobre el magnicidio.

Pese a las continuas llamadas telefónicas y constantes cartas, nadie logró convencerle jamás de que las conclusiones de la Comisión Warren -es decir, que el asesinato había sido cometido por Oswald en solitario- pudieran estar equivocadas.

De cualquier modo, admitió que siempre habría "alguna controversia sobre los detalles relativos al lugar y la muerte del Presidente".

[16]​ En 1995, la salud de los Altgens empeoraba rápidamente; su sobrino, el abogado Ron Grant comentó al "Houston Chronicle" que su tía Clara "había estado muy enferma durante algún tiempo, con problemas cardíacos y otras molestias.