En 1928 viajó a España como vocalista de la orquesta típica de Cátulo Castillo junto a Miguel Caló, Alberto Cima, José Ricardo, Carlos, Ricardo y Alfredo Malerba, actuaron en numerosas ciudades y grabaron varios discos para el sello Odeon.
Ese mismo año registró para el sello Columbia algunos temas con guitarras, y otros con Alberto Castellanos.
La empresa no tuvo buena fortuna y se disolvió pero como Maida ya era conocido en España, lo contrataron para trabajar con la cancionista Celia Gámez.
A pedido de sus deudos Maida cantó, como responso, su tango Aquellas locuras, que era el preferido del fallecido.
Cuando vuelve con Pizarro, este fue contratado para trabajar por siete meses en el Savoy Hotel de Londres al que, por ese entonces, a veces concurría el Príncipe de Gales, a quien Maida había conocido en Biarritz y que era un fanático del tango.
Maida estuvo con Canaro desde noviembre de 1934 hasta 1939 pues si bien de palabra habían convenido un contrato por seis años, el cantor se retiró un año antes por celos profesionales cuando Canaro contrató a los cantores Ernesto Famá y Francisco Amor.