Cátulo Castillo

Paredón, tinta roja en el gris del ayer; tu emoción de ladrillo, feliz sobre mi callejón, con un borrón pintó la esquina y al botón que en el ancho de la noche puso al filo de la ronda como un broche... Y aquel buzón carmín y aquel fondín, donde lloraba el tano su rubio amor lejano que mojaba con bon vin... Su padre, José González Castillo, de ideología anarquista, pretendió inscribirlo en el Registro Civil como Descanso Dominical González Castillo, pero como se lo negaron sus amigos le convencieron para que cediera y entonces lo anotó con el nombre con el que finalmente pasó a la historia.

Hacia 1950 llegará a ser director de dicho conservatorio, cargo con el que se jubiló.

Publicó la novela Amalio Reyes un hombre, que llevó al cine Hugo del Carril.

Su obra resulta indiscutible por el éxito alcanzado: “María”, “El último café”, “La última curda”, “La Calesita”, “Café de los Angelitos”, “Desencuentro”, “Y a mi qué”, “A Homero”, “Arrabalera”, “Mensaje”, “Tinta roja”, “Patio mío”, “Caserón de tejas” y tantos otros.

Al recibir el galardón, Cátulo relató esta breve fábula: “El águila y el gusano llegaron a la cima de una montaña.

Junto a Perón en 1953.