Las partículas de mayor tamaño pueden ser filtradas por los pelos y el moco nasal, donde quedarán retenidas.
[1] Por ejemplo: Nitroglicerina Precaución: evitar golpes, sacudidas, fricción, flamas o fuentes de calor.
Sustancias y preparaciones que pueden calentarse y finalmente inflamarse en contacto con el aire a una temperatura normal sin empleo de energía o que, en contacto con el agua o el aire húmedo, desenvuelven gases fácilmente inflamables en cantidades peligrosas.
[3] Sustancias cuya acción química causa lesiones reversibles en piel o mucosas en un plazo inferior a las cuatro horas.
Precaución: debe ser evitado el contacto con el cuerpo humano, así como la inhalación de los vapores.
El contacto de esa sustancia con el medio ambiente puede provocar daños al ecosistema a corto o largo plazo.
La forma material de un producto químico peligroso puede influir en cómo penetra en el organismo y en alguna medida en el daño que provoca.
Las principales formas materiales de los productos químicos peligrosos son sólidos, polvos, líquidos, vapores y gases.
Los sólidos son las formas de los productos químicos peligrosos que es probable que ocasionen envenenamiento químico, aunque algunos pueden provocar envenenamiento si tocan la piel o pasan a los alimentos cuando se ingieren.
Las partículas más pequeñas son las más peligrosas porque pueden penetrar en los pulmones y tener efectos dañinos, o bien ser absorbidas en la corriente sanguínea y pasar a partes del organismo, o pueden causar lesiones a los ojos.
En determinadas condiciones los polvos pueden explotar, por ejemplo en silos de cereales o en harineras.
Las sustancias químicas tóxicas que se eliminan inadecuadamente pueden acabar en el agua potable, en los lugares en que juegan los niños, en los terrenos de cultivo o en los alimentos que comemos, etc. Todos los países están luchando hoy día con el problema de los desechos químicos peligrosos y de cómo eliminarlos permanentemente y con seguridad.
La exposición a productos químicos tóxicos puede provocar también tasas mayores de accidentes laborales.
Por ejemplo, los productos químicos como los solventes y los asfixiantes pueden frenar las reacciones de un trabajador al afectar a su sistema nervioso o reducir la cantidad de oxígeno que llega a sus pulmones.
La lentitud en reaccionar puede ser muy grave (e incluso fatal) si el trabajador se encuentra en una situación peligrosa que exige una respuesta inmediata.
Lamentablemente, cuando sucede un accidente, a menudo la dirección echa la culpa al trabajador, afirmando que no ha tenido cuidado.
[8] Éstas incluyen normas de almacenamiento, denominadas “Instrucciones técnicas complementarias” o ITC para algunos compuestos específicos.
Para la posterior eliminación de estos, recomendamos contratar a alguna empresa especializada en la tarea.