Ricardo Wall

Su padre, Matías Wall, natural de Kilmallock, era un antiguo oficial del ejército del rey destronado (concretamente había sido «enseña» en el regimiento FitzJames) y su madre, Catalina Devreaux, era natural de Buchères.Matías ni siquiera estuvo presente durante el bautizo, probablemente por estar de campaña con las tropas francesas, a las que debió de servir en el exilio como tantos otros «gansos salvajes» (el nombre que recibían los irlandeses emigrados a Europa que lucharon con las potencias continentales de la época).Ya en la Península, Wall es admitido como cadete en la Real Compañía de Guardiamarinas, fundada en Cádiz por Patiño en 1717.[2]​ Hubo incluso un proyecto para nombrarle embajador en Berlín, que finalmente no prosperó.Pocas semanas después, Carvajal decide enviarle en misión secreta a Londres, con la intención de negociar una paz separada con los ministros británicos.Por estas fechas es retratado por Van Loo, obra que se conserva en la National Gallery de Dublín.Inmediatamente después participa en el complot contra el marqués de La Ensenada, dirigido por Huéscar y Benjamin Keene, logrando la exoneración del riojano y su destierro a Granada.Su ministerio está caracterizado por el constante temor de la resurrección del ensenadismo.Con todo, los problemas internos, el inicio de la guerra y los primeros achaques en su salud le harán pedir la dimisión en 1757.En política exterior le toca vivir un periodo convulso: la guerra de los Siete Años.En menos de un año las armas inglesas arrebatan a España La Habana y Manila.Se firma inmediatamente la paz, una paz en la que España cede la Florida a Gran Bretaña para recuperar aquellas plazas y Francia cede a España la Luisiana para recompensarla.Historiográficamente, la figura de Ricardo Wall ha sido descuidada cuando no claramente maltratada.Los tópicos más variopintos han hecho del irlandés un anglófilo —llegando al extremo de poner en duda su lealtad a España—, un perverso antijesuita e incluso un masón.