Las ofensivas del sultán Baibars al-Bunduqdarí habían dejado el reino reducido a una pequeña franja costera y el sultán Qalawun decidió eliminar el enclave.
De todos ellos, el plan más coherente, llamado "Rex Bellator", lo elaboró fray Ramon Llull en tres libros: El plan consistía en la unificación de las órdenes militares (en los dos primeros tratados, dejando clara la preeminencia de templarios y hospitalarios, y en el tercero, distinguiendo los hospitalarios al norte y las órdenes de la península ibérica al sur), situando un "rex bellator", un rey guerrero, viudo o soltero, a su cabeza.
Se preveía, también, una ofensiva "espiritual", de frailes entrenados en la lengua árabe y la tártara; un bloqueo naval y una progresión por tierra, partiendo de Murcia, pasando por Almería, Granada, Ceuta, el Norte de África, Egipto y, finalmente, Jerusalén.
Como Murcia pertenecía al rey Jaime II, y como su primogénito, el príncipe Jaime, renunció a la corona para vestir la túnica blanca y la cruz roja (propósito dificultado por la disolución de la Orden del Temple y, finalmente, conseguido al ingresar en la Orden de Montesa), se puede deducir que el proyecto contaba con el beneplácito de Jaime II y que respondía a los intereses de sus reinos.
Hay que recordar que Jaime II ya era capitán general, portaestandarte y almirante de la Iglesia, desde la época del papa Bonifacio VIII, enemigo del rey de Francia, Felipe IV.