El paladín de esta propuesta fue el zar Alejandro I, que durante las negociaciones entre los tres imperios (Prusia, Austria y Rusia) propuso la instauración de Cracovia y Toruń como ciudades libres.
El nuevo Estado no tenía autoridad para dictar su propia política internacional, de modo que sus intereses quedarían representados por los tres poderes garantes.
En su territorio se encontraban (además de Cracovia) 224 pueblos (de los cuales, en torno al 60 % estaban en manos privadas) y tres villas privadas: Chrzanów, Trzebinia y Nowa Góra.
En 1815 se contaban 95.000 habitantes; en torno a 1843, 146.000, de los que cerca del 85 % eran católicos y el resto, en su mayoría, judíos.
No obstante, la mayoría de esta poderosa familia vivía en Cracovia para llevar a los niños a la escuela y participar activamente en la vida política de la Ciudad-Estado.
Éste atribuía el poder ejecutivo al Senado, formado por un presidente y 12 miembros, de los cuales ocho eran nombrados por la Cámara de Representantes, otros dos por decisión capitular y otros dos por la universidad.