Remordimiento

[2]​ El remordimiento está estrechamente relacionado con la culpa y el resentimiento dirigido a uno mismo.

En general, para poder desarrollar rasgos psicopáticos se requiere que una persona sea incapaz de sentir miedo, así como remordimiento.

La compunción[10]​ se refiere al acto de expresar remordimiento activamente, y por lo general requiere que las personas arrepentidas se acerquen físicamente a la persona a la que desean expresar su arrepentimiento.

En el estudio, se pidió a los participantes que narraran en detalle un evento real no criminal en sus vidas que los hubiera hecho sentir genuina e intensamente arrepentidos, y luego se les pidió describir un evento real similar por el cual sintieran poco o ningún arrepentimiento, pero se les pidió que fingieran sentir remordimiento por sus acciones de una manera convincente.

Los participantes que mostraban emociones engañosas o fingidas sobrecompensaron su desempeño emocional.

Las personas psicópatas son mejor conocidas por su desprecio flagrante por las normas sociales y morales.

Los psicópatas suelen tener relaciones personales disfuncionales, caracterizadas por la violencia, la explotación y la promiscuidad.

[12]​ Los psicópatas se rehúsan a adoptar normas sociales y morales porque no se dejan influir por las emociones, tales como la culpa, el remordimiento o el miedo a las represalias, que influyen en los demás seres humanos.

[14]​ Datos derivados de simulaciones en estudios realizados por Edens sugieren que atribuir rasgos psicopáticos a criminales adultos o juveniles puede tener un efecto negativo notable en cómo los demás ven a tales individuos.

Según los investigadores, estas personas no saben cómo transformar esta empatía voluntaria o deliberada en la empatía espontánea que muestra la mayoría de las personas, y proponen que podría ser posible rehabilitar a los psicópatas si se les ayuda a activar su «interruptor de empatía».

[17]​ Investigación adelantada por Jean Decety con muestras grandes de psicópatas encarcelados ofrece intuiciones adicionales.

[18]​ En un segundo estudio, personas con psicopatía mostraron una respuesta intensa en regiones cerebrales afectivas al dolor cuando se les pidió adoptar una perspectiva de 'imaginarse a sí mismo', pero que no lograron involucrar los circuitos neuronales que se activaron en los participantes control durante una perspectiva de 'imaginarse al otro', en particular la corteza prefrontal ventromedial y la amígdala, lo que podría contribuir a su falta de preocupación empática por otros.

Según el neurocientífico clínico Adrian Raine, una de las implicaciones de este estudio es que puede ser necesario que la sociedad repiense cómo juzga a las personas inmorales: «Los psicópatas a menudo no sienten empatía ni remordimiento.

Sin tal conciencia, personas que dependen exclusivamente en el razonamiento parecen tener más dificultades para abrirse camino a través de la maraña moral.

¿Significa eso que se les debe exigir diferentes estándares de responsabilidad?»[21]​ Personas psicópatas no muestran arrepentimiento ni remordimiento.

[23]​ Cuando la empatía funge como mediadora entre las disculpas y el perdón y el remordimiento como parte esencial de un acto de disculpa, cabe esperar que la empatía medie el perdón a causa del remordimiento percibido.

[24]​ A diferencia del remordimiento, la autocondena refleja una postura más global, negativa y severa hacia sí mismo.

[24]​ Según este estudio, el perdón a uno mismo parece estar más estrechamente relacionado con la autocondena que con el remordimiento.

[24]​ Así, las personas pueden crecer y experimentar conductas prosociales una vez que han aceptado la responsabilidad de sus propias transgresiones.

Los bienes materiales ofrecen al comprador placeres más duraderos en comparación con un los experienciales, y en consecuencia estos dos tipos de compras dan lugar a diferentes tipos de arrepentimiento.

[25]​ Investigaciones previas econtraron que los arrepentimientos por acción suelen ser intensos, pero sólo a corto plazo, en tanto que los arrepentimientos por inacción ganan intensidad con el tiempo y tienden a dominar la experiencia de las personas.

El remordimiento de Orestes (1862), de William-Adolphe Bouguereau