Sofía pretendió aislar socialmente a la recién llegada reina, y aprovechó las visitas recibidas para comenzar con el rechazo.
Juntas acordaron mostrar su españolismo contra los nuevos reyes en los habituales paseos de la tarde que las aristocráticas madrileñas acostumbraban a llevar a cabo por el Paseo del Prado, en los que lucían sus mejores joyas y vestidos.
Sabiendo que sería la protagonista del día, Sofía salió de su palacio la tarde del 20 de marzo con sus mejores vestidos y joyas, y mandó enganchar al coche nuevo los mejores caballos.
Entre ellas se encontraba la reina María Victoria, acompañada del joven príncipe Manuel Filiberto, y las damas carlistas también hicieron su presencia, sujetando sus mantillas con margaritas, que hacían honor a la mujer de su pretendiente, Carlos María, llamada Margarita de Borbón-Parma.
Sofía tampoco acudió como era costumbre, pues el duque de Sesto no se lo permitió al saber que habría disturbios.