En estado salvaje, es de copa ovalada al principio y después se va ensanchando hasta quedar finalmente con forma redondeado-aplastada.De joven suele formar matas arbustivas que se podrían confundir con la coscoja (Quercus coccifera) y, en ocasiones, se queda en ese estado de arbusto por las condiciones climáticas o edáficas del lugar.La corteza es lisa y de color verde grisáceo en los tallos; se va oscureciendo a medida que crecen y, alrededor de los 15 o 20 años, se agrieta en todas direcciones, quedando un tronco muy oscuro, prácticamente negro.Sus flores masculinas aparecen en amentos, densamente agrupados en los ramillos del año, primero erectos y finalmente colgantes, que toman un color amarillento, luego anaranjado y, al final, a la madurez, pardo.Es frecuente que se produzca hibridación generada por factores como la alogamia, la separación de las flores y las condiciones climáticas.Como la inmensa mayoría de las fanerógamas, la encina establece relaciones simbióticas con diversos hongos del suelo formando micorrizas.En estado natural, las encinas forman extensos y muy tupidos bosques junto con las demás especies típicas del bosque mediterráneo: jaras, cantuesos, madroños, brezos, durillos, cornicabras, retamas y un largo etcétera según las zonas.También forma a menudo bosques mixtos, mezclándose como especie arbórea con otras, generalmente pinos (especialmente carrasco, piñonero y resinero) o enebros.[6] Quercus: nombre genérico del latín que designaba igualmente al roble y a la encina; ilex: epíteto latino Se distinguen dos subespecies de la encina, Quercus ilex subsp.Aparte del uso mencionado de las encinas como recurso ganadero en las dehesas (los cerdos alimentados con bellotas dan los jamones más prestigiosos de España), esta especie ha tenido infinidad de aplicaciones desde la antigüedad hasta nuestros días.Su madera es muy dura e imputrescible, aunque difícil de trabajar, por lo que se emplea para fabricar piezas que tengan que soportar gran rozamiento, como en carros, arados, parquets, herramientas, etc., así como en pequeñas obras hidráulicas y en la construcción como pilares o vigas.La encina es el árbol más abundante en la península ibérica y en otras áreas del Mediterráneo.La última especie destruye los brotes nuevos y ha sido confirmada su presencia en casi todos los encinares de la península ibérica.Una de las especies más destacadas que representan esta familia, Cerambyx cerdo,[10] se encuentra protegido.Cuando se siembran bellotas, germinan fácilmente a los pocos meses, pero la joven encina tardará, normalmente, varios años, incluso décadas, en alcanzar un metro de altura.Muchas de esas bellotas son posteriormente consumidas, pero una buena cantidad puede llegar a germinar y crecer.Obviamente, para esto también debe haber encinas adultas cercanas actuando como fuente de bellotas.