Sin embargo, en Turquía, el puente de Malabadi ya había alcanzado los 39 m en 1147.
El puente de la Magdalena se identifica comúnmente como "Ponte del Diavolo".
[3] La leyenda cuenta que el jefe de los albañiles que participó en la construcción del puente estaba muy preocupado por la demora acumulada en la obra, debido a las continuas e impetuosas crecidas del río.
El maestro de obras, desesperado por la inminencia del pesado tributo al Diablo, se confesó al párroco de la localidad, que le escuchó e ideó una estratagema: harían cruzar el puente a un perro; el Diablo, enfurecido por el gesto astuto tomó a la presa y la arrojó a las aguas del río sin ser visto nunca más.
No se sabe si el appelativo del pasaje en piedra se debe a una u otra historia, el hecho es que entre la Edad Media y el Renacimiento una noble del lugar, Lucida Mansi, era hermosa, prestante, poderosa, rica y joven con una tremendo miedo a envejecer.