En el pucará se identifican varios barrios de viviendas, corrales, una necrópolis y un lugar para ceremonias sagradas, entre otros espacios.
El gobierno jujeño donó a la Facultad las tierras del Pucará con el compromiso de que creara un Museo Arqueológico.
[1] Dicho plan se cumplió recién en 1968, al celebrar su inauguración, bajo el nombre de Dr. Eduardo Casanova.
Existían múltiples talleres estatales dedicados a la producción de objetos en alabastro y mármol, los cuales eran finalmente transportados al Cusco como tributo.
En la actualidad se consideran adecuados el planteamiento del recorrido interno y las reconstrucciones de los techos.
En el sitio se encuentra, además, una pirámide trunca que no guarda relación con la tradición arquitectónica de la región.