Así, por ejemplo, el presidente Rodrigo Carazo (1978-1982) de tendencias izquierdistas permitió a los sandinistas operar en el norte del país en la lucha contra las fuerzas de Somoza, mientras que su sucesor Luis Alberto Monge (1982-1985) de posturas anticomunistas hizo lo contrario y permitió a la Contra operar en territorio nacional.[1] Según denuncia el propio Arias, la administración Reagan estaba decidida a derrocar por la violencia al gobierno sandinista y continuaba financiando los grupos de extrema derecha, tanto cuando era oposición como en Nicaragua como cuando eran pro-gobierno como en El Salvador, Honduras y Guatemala.Las distintas guerrillas insurgentes se convirtieron en partidos políticos legales en sus países para participar en elecciones libres; el FSLN, el FMLN, la URNG y la Unificación Democrática de Honduras todos se convirtieron en partidos políticos, incluso llegando al poder por medios democráticos los dos primeros algunas décadas después.Se realizaron elecciones democráticas en todos estos países, incluyendo Nicaragua donde la oposición al sandinismo obtuvo la victoria de su candidata Violeta Chamorro frente a Daniel Ortega quien entregó el poder pacíficamente, si bien volvería a obtener la presidencia en el futuro.También se creó el Parlamento Centroamericano, aunque al mismo no pertenece Costa Rica.