En algunas monarquías el monarca también puede ejercer poderes ejecutivos (conocidos como prerrogativa real) sin la aprobación del parlamento.
Es en este momento cuando comienza a surgir un estilo moderno de primer ministro.
Walpole presidía las reuniones del gabinete, nombraba a todos los demás ministros, dispensaba el patrocinio real y llenaba la Cámara de los Comunes con sus partidarios.
Walpole siempre negó que fuese primer ministro, y a lo largo del siglo XVIII los parlamentarios y juristas siguieron negando que tal cargo fuera conocido por la constitución.
Jorge II y Jorge III hicieron denodados esfuerzos por recuperar el poder personal del monarca, pero la creciente complejidad y el gasto del gobierno hacían cada vez más necesario un ministro que pudiera contar con la lealtad de los Comunes.
A finales del siglo XX,[10][11] la mayoría de los países del mundo tenían un primer ministro o ministro equivalente, que ocupaba el cargo bajo una monarquía constitucional o un presidente ceremonial.
A menudo, un primer ministro ejerce sus funciones con un presidente o un monarca que se desempeña como jefe de Estado.
Los primeros ministros pueden recibir otras denominaciones oficiales diferentes dependiendo del país en el que gobiernen.
[13] Se recomienda escribirlo con letras iniciales mayúsculas cuando se refiere a una persona concreta sin explicitar su nombre, así como en decretos, documentos oficiales y cartas dirigidas a la misma persona.
El cargo se escribirá con minúsculas cuando preceda al nombre de quien lo ostenta,[14] al igual que cuando se use el término en sentido genérico, sin referirse a ninguna persona en particular.