En la genética poblacional, la presión selectiva se suele expresar como un coeficiente de selección.
Por ejemplo, en los hospitales, se crean entornos en los que patógenos como la Clostridium difficile desarrollan una resistencia a los antibióticos.
Los factores de virulencia son las características que las bacterias evolucionadas han desarrollado para incrementar su capacidad patógena.
[4] Las toxinas producen esporas difíciles de desactivar y eliminar del entorno, sobre todo en los hospitales, donde la habitación de un paciente infectado puede llegar a contener esporas durante 20 semanas.
Esta presión ha llevado a la selección natural de los eritrocitos que portan la mutación genética que causa la anemia de las células falciformes en las zonas donde la malaria representa una seria amenaza para la salud, porque la enfermedad provoca cierta resistencia a esta enfermedad infecciosa.