Pasó a Nápoles al bufete de Castagnola para trabajar como jurista.
Hacía el papel de diosa Venus la prima donna Marianna Bulgarelli, conocida como «la Romanina».
Instalado en su propia casa, fue conociendo a los mayores compositores de su tiempo: Porpora, quien le dio una formación musical, Johann Adolf Hasse, Pergolesi, Alessandro Scarlatti, Leonardo Vinci, Leonardo Leo, Francesco Durante y Benedetto Marcello, y no paró de escribir sus encargos.
Estos libretos fueron musicados por compositores como Vivaldi, Haendel, Gluck, Meyerbeer, Traetta y Mozart.
Dramas líricos puestos en música por los principales compositores y estrenados por toda Italia.
Aceptó al momento y, de manera muy desinteresada, la Romanina lo dejó partir, cargando además todavía con su familia en Roma.
Algunas de ellas se escribieron en intervalos increíblemente cortos; Achille en dieciocho días, Ipermestra en nueve solamente.
Todo el mundo, poeta, compositor, copistas, cantantes, escenógrafos, trabajaban de forma frenética.
La Romanina quería, entretanto, obtener para ella un contrato en el teatro de la corte imperial.
Por eso él la odiaba y desechaba sus demandas, e intentó disuadirla de que lo fuera a ver.
Metastasio, transido de dolor y remordimientos, renunció a esa herencia.
Desde 1745 ya no escribía apenas y su salud se resentía, aunque sus escasas obras de este periodo son las mejores y más populares de su repertorio, como la cancioncilla Ecco quel fiero istante que dedicó a su amigo Farinelli.
Fueron traducidas a numerosas lenguas: francés, inglés, alemán, español e incluso griego moderno.