Desde los 16 hasta los 32 años trabajó en una empresa familiar de ebanistería, carpintería y decoración.
Formó parte del grupo misionero vasco en Ecuador durante 33 años.
Su afición por la madera, le llevó años después, cuando ya se encontraba en Ecuador y tenía alrededor de cuarenta años, a dedicarse al arte como una forma de vivir el amor a las personas pobres, realizando murales y vitrales artísticos.
[2] En el mosaico su maestro fue José Luis Iriondo, padre franciscano que le proporcionó las técnicas elementales y los bocetos para realizar sus primeras obras en la Iglesia de Ventanas en Los Ríos (Ecuador).
Se perfeccionó visitando distintos talleres de mosaico y llegó, pasados los sesenta y cinco años, a los talleres vaticanos donde descubrió nuevas técnicas.
[2] Ha realizado más de 180 obras,[4] trabajando con madera, cerámica, esmalte, cobre, vidrio, mosaico, turquesa, coral o tagua.
[5][3][6] En la Iglesia de Pedernales se encuentra también otra de sus obras destacadas en vidrio, el vitral del Cristo resucitado, al amanecer o en el crepúsculo, sus colores adquieren su máximo equilibrio.
[11] En el año 1996 se inauguró el mosaico del altar mayor del Santuario de Urkiola en Abadiño (Bizkaia), diseñado por José María Muñoz y realizado por Romarategui.
[7] Ocupa 170 m² y tiene más de 850 000 piezas que fueron realizadas en el propio santuario.
En ellas se muestran diferentes especies de árboles y plantas.
También realizó el mosaico para la Residencia Sacerdotal de San Antonio de Vitoria, o el cartel del LV Congreso Nacional Belenista en Vitoria en 2017.