Paz de Murviedro

Frente a esta guerra, donde los intereses navarros no encontraban razón para intervenir, «había sido de resuelta neutralidad».

La propia situación personal del rey navarro en prisión «no era el contexto más adecuado para tomar posición respecto al conflicto peninsular».

Pedro I había ido acumulando fuerzas en la frontera con la disculpa de la defensa y su negativa podía volver en su contra todo el potencial castellano o cuando menos convertirle en un peligrosísimo enemigo.

Tras ello se limitó a reforzar las nuevas plazas junto con la frontera con Aragón desde Burgui (Roncal) hasta Cortes y Monteagudo (Ribera de Navarra).

[9]​ Mientras que las tropas castellano-navarras, tras una maniobra amenazante sobre Zaragoza con la ocupación de La Almunia de Doña Godina y Cariñena que había inquietado seriamente al rey aragonés, reorientan su ofensiva hacia Teruel hasta asomarse al Mediterráneo en Sagunto (Murviedro).

Los propios navarros, primeros interesados en tal acuerdo, ejercieron una «eficaz labor mediadora que pronto rindió sus frutos.