[3] Su gran labor, aunque más desconocida, radica en su apoyo a las artes, la cultura y la educación.
[1] Barnaba Chiaramonti nació en Cesena, en 1742, penúltimo hijo del conde Scipione Chiaramonti y su esposa Giovanna Coronato Ghini, hija del marqúes Barnaba Eufrasio Ghini, de fuerte carácter religioso.
Ella pasaría sus últimos años en un monasterio carmelita, y sería uno de los principales modelos a seguir para Chiaramonti, sobre todo durante su posterior pontificado.
En 1772, Chiaramonti sería galardonado con el grado académico de "lector", por lo que la Orden le posibilitó enseñar teología y derecho canónico.
En Imola, Chiaramonti sería recordado por su amor por la cultura, su biblioteca permanecía abierta y en ella era posible encontrar, incluso, un ejemplar de L'Encyclopédie.
Este llegó a Roma en 1797, y Pío VI buscó pactar por medio del Tratado de Tolentino.
Fruto de ello, Pío VI debió renunciar a su poder temporal y limitar sus poderes espirituales.
Ocupada Roma por las tropas napoleónicas, el cónclave se celebró en el monasterio de la isla de San Giorgio Maggiore, en Venecia, que contaba con la protección del emperador germánico Francisco II.
Además, este último se había comprometido a cubrir los gastos del cónclave.
Como consecuencia de ello, Venecia, donde todavía se encontraba Pío VII, pasó a estar bajo el dominio francés.
En su pragmatismo político tuvo bien presente que las creencias religiosas estaban muy enraizadas en el pueblo francés y que era provechoso para sus designios mantener una amistosa relación con los poderes eclesiásticos, en especial con el papa.
Aunque no se realizaba un retorno efectivo al antiguo orden cristiano, sí logró proveer ciertas garantías civiles a la Iglesia, reconociendo a la «Católica, Apostólica, y Romana religión» como la practicada por «la mayoría de los ciudadanos franceses».
Para ejecutar el Concordato, nombró a Giovanni Battista Caprara como nuevo legado apostólico en Francia.
Estos artículos establecían limitaciones al poder papal, no pudiendo contrariar las decisiones de los concilios ecuménicos, debiendo respetar las prácticas nacionales, perdiendo su infalibilidad y poder sobre los juramentos de los súbditos.
Así, se llevó a cabo la restauración parcial del galicanismo, que Pío VII no aceptó debido a que, prácticamente, la Iglesia quedaría bajo el control total del Estado, desde la revisión de las bulas hasta las reuniones y sínodos diocesanos, haciendo de los sacerdotes empleados del Estado.
Aquel año, el emperador buscaba incluir a los Estados Pontificios en su alianza continental contra Gran Bretaña.
Sin necesidad del uso de fuerza y en silencio, el papa abandonó el Quirinal y subió a un carruaje escoltado por gendarmes, empezando sus días como prisionero real de Estado.
Entonces Pío VII decidió firmar el Concordato de Fontainebleau, que lo obligaba a abdicar su soberanía temporal, parte de su autoridad espiritual y aceptar establecer su residencia en Francia –Napoleón tenía planeado que viviera en París–.
En mayo, Pío VII desafió abiertamente a Napoleón, declarando nulos todos los actos oficiales realizados por los obispos franceses.
Tras una breve estancia en Savona, se trasladó a Imola, su antigua diócesis, donde celebró la Pascua.
Además, restauró la Inquisición y el Index librorum prohibitorum, mientras se le encarga a Consalvi ejecutar el motu proprio Quando per ammirabile disposizione, por medio del cual efectuaría reformas en los Estados Pontificios.
Sin embargo, las arcas del Estado estaban en muy malas condiciones, mientras el descontento popular se enfocaba a los carbonarios, sociedad secreta de inspiración liberal, que sería prohibida por el papa en 1821.
A principios del siglo XIX, la situación política en Europa había cambiado por completo.
Luego de su retorno a Roma en 1814, Pío VII, con la ayuda del cardenal Ercole Consalvi, renovó las relaciones diplomáticas con todos los países europeos, y mantuvo una fructífera correspondencia con los diversos jefes de Estado europeos.
En la misiva también prohíbe el comercio para todo eclesiástico o civil que lo apoye.
Más tarde, Pío VII crearía las diócesis de Charleston, Richmond y Cincinnati en 1821.
Luego de los procedimientos embalsamatorios, su cuerpo fue velado en el Quirinal, donde una densa multitud apareció para despedirlo.
[17] La inscripción tallada recuerda el cariño que Consalvi tenía hacia Pío VII.
Aunque permanece dominante con respecto a otras instituciones, la Iglesia católica perdió gran terreno, sobre todo al poder presentarse nuevas opciones filosóficas, religiosas y educativas.
También, creó un museo para conservar los tesoros de la Antigüedad y enriqueció enormemente la Biblioteca Apostólica Vaticana.