Edicto de gracia

A continuación en una misa de domingo o de día festivo, al finalizar el sermón del párroco o el rezo del credo, el inquisidor sosteniendo un crucifijo se dirigía a los feligreses para que tras persignarse juraran levantando la mano derecha que ayudarían al Santo Oficio a perseguir la herejía.

Este fue el procedimiento habitual a partir de principios del siglo XVI.

Así, por ejemplo, un edicto de gracia hecho público en Valencia en 1568 hizo que 2689 moriscos se denunciaran a sí mismos.

[2]​ También, se utilizó este procedimiento, durante los siglos XVI y XVII, para perseguir la práctica de la hechicería.

[8]​ Otros poderes lograron publicar edictos, al margen del control inquisitorial, para satisfacer sus propios intereses.

Es el caso del edicto de gracia publicado en Portugal en 1627, tras las negociaciones entre el rey Felipe IV y la comunidad judeoconversa local.