A veces, este azúcar se tiñe de rojo para emular la sangre.
El trigo y la cultura panadera fueron introducidos en el continente americano por los españoles, por lo que no es raro ver que muchos panes clásicos mexicanos, como la semita, el pan bazo o la telera, tienen sus respectivos homólogos en España.
[18] Desde diversas instituciones públicas mexicanas se omite el origen hispano-cristiano del pan de muerto, atribuyéndolo exclusivamente a preparaciones prehispánicas.
[23] El pan de ánimas español no se menciona en las teorías divulgadas por estas tres entidades.
Todos estos productos llegaron a América en lo que se conoce como «intercambio colombino».
Curiosamente, la tradición pervive al otro lado del océano: en México, así como en los Andes centrales, donde se hacen varios panes para ofrendar en Todos los Santos.
[28] Según la Universidad de Cuautitlán Izcalli,[21] su forma circular representa el ciclo de la vida y la muerte, montículo sobre el que yacen las «canillas» o «candelillas» (huesos) y la «mollera» (el cráneo, en el centro).
[29] Los huesos se disponen en cruz, formando cuatro bracitos de masa que representan los cuatro puntos cardinales del universo (nahuolli) consagrados a Tezcatlipoca, Tláloc, Quetzalcóatl y Xipetotec.
En el Valle del Mezquital suelen hacerse panes más decorados, a veces con pastillaje.
En algunas regiones, el pan de muerto es el mismo que se consume diariamente.
En la Mixteca Poblana, el pan de muerto se prepara con la misma masa que el bolillo, pero se le da forma humana y es espolvoreado con azúcar blanca si es pan para el altar de los niños y adolescentes, o con azúcar roja, si se destinará al altar de los adultos.
[29] En Apizaco y otros lugares del estado, el pan de muerto se denomina «hojaldra».