Pan de ánimas

Históricamente el pan en Europa y en la religión cristiana estuvo relacionado tanto con lo divino como con la muerte.

[5]​ El pan cobraba especial importancia ritual durante los eventos religiosos del cristianismo, como la cuaresma o la Semana Santa.

[7]​ Cuando fallecía un ser querido, «debía haber pan en la casa para facilitar el tránsito».

[8]​ El carácter votivo del pan alcanza su máxima expresión durante la festa di San Giuseppe de Sicilia,[9]​ por aquél entonces región hispana, donde los panes se colocan en altares el 19 de marzo.

[3]​ La historiadora Dolors Sanahuja señala que «esta costumbre era antiquísima y a los panes bendecidos se le asociaban propiedades milagrosas».

[15]​ Una vez bendecido, el pan de ánimas se repartía como limosna entre los pobres.

En Canarias, una variante local es el Finados, Finaos o Pan por Dios, en el cual los niños tocan las puertas de sus vecinos pidiendo «¡pan por Dios!» o preguntando «¿Hay santitos?», a lo cual recibían pan de higos, frutas, frutos secos, etc.

[21]​ A las viudas portuguesas era típico hasta hace poco donarles pan el día de Todos los Santos.

[21]​ Según Hoyos Sainz, en la Cornisa Cantábrica el pan y otros alimentos se ponían sobre las tumbas de los difuntos la noche de todos los santos, cosa que hoy se ha sustituido por flores.

Dependiendo de la receta, estos panes se aromatizaban con anís (llamado batalafuga en menorquín).

También han quedado registradas en Guatemala, Colombia y el norte de Argentina.

Entre los panes rituales de Bolivia, destacan la t'anta wawa o la torta potosina.

Panets de mort de Menorca , receta antigua recuperada por R. Rotger